El estudio de los procesos de construcción nacional ha ocupado en las últimas décadas un lugar destacado en el debate historiográfico internacional. Entre las perspectivas que más han contribuido a la renovación de este debate se encuentra la transnacional, que ha permitido cuestionar el “nacionalismo metodológico” adoptado tradicionalmente por los especialistas. Asimismo, los trabajos más recientes han puesto de relieve la centralidad de los procesos culturales en la articulación y difusión de las narrativas e imaginarios nacionales, en los que ocupan un lugar central las representaciones de “lo popular” entendidas como encarnación de la esencia nacional. El análisis de aquellos productos culturales que imaginan esa esencia popular de la nación y contribuyen decisivamente a su difusión y generalización resulta trascendental.
Las nuevas perspectivas teóricas han puesto de manifiesto que es especialmente a través de estos productos culturales como los sujetos históricos “experimentan” la nación y construyen sus subjetividades. En relación con esta cuestión se apuntan como especialmente fructíferas las aportaciones teóricas del giro emocional, cuya aplicación al estudio de la nación está aun por desarrollar plenamente; los análisis que plantean perspectivas de estudio del proceso de construcción nacional “desde abajo” y aquellos trabajos que han subrayado cómo la identidad nacional se configura en la interacción con otras identidades sociales. La identidad de género es una de las identidades sociales que participa de forma más decisiva en la configuración de los imaginarios y de las narrativas nacionales y en la construcción de las subjetividades nacionales.